El control de esfínteres en el autismo. - Hero Image

El control de esfínteres en el autismo.

Todas las familias hemos pasado por un momento muy delicado, tanto que a veces nos ha causado ansiedad y hasta miedo: nos referimos a decidir cuál es el momento adecuado para realizar la retirada del pañal, en ocasiones puede resultar complicado, puesto que se trata de un hito muy importante del desarrollo. Este proceso, se comienza a plantear en torno a los 2 años y medio de edad.

En los niños con autismo podemos encontrar ciertas dificultades adicionales, que pueden condicionar la adquisición de este aprendizaje, como pueden ser: la alteración en la comunicación, las dificultades en el procesamiento de la información sensorial, la inflexibilidad ante los cambios o la comprensión ante ciertas situaciones.

¿Qué debemos saber antes de comenzar a retirar el pañal?

Lo primero que debemos tener en cuenta son las características del niño/a y descartar cualquier problema físico asociado. En el autismo hay ciertas comorbilidades con otras patologías y trastornos y es necesario analizar esto en primer lugar, como puede ser el estreñimiento, que también puede dificultar la evacuación y suponer más tensión o desagrado en estos momentos.

Tras este descarte, es necesario identificar algunas señales que nos puedan indicar que el niño o niña está preparado, como pueden ser:

  • Capacidad de desplazarse al baño con autonomía: es capaz de realizar desplazamientos hacia el inodoro o al baño cada vez que sea necesario.

  • El niño/a permanece seco al menos durante una hora. Esto permite posteriormente realizar registros y calcular periodos aproximados en los que debe ir al baño y anticiparnos a este momento.

  • Seguimiento de órdenes sencillas.

  • Se muestra incómodo/a cuando está mojado o trata de retirarse el pañal.

  • Tiene las habilidades necesarias para permanecer sentado adecuadamente en el orinal o en el inodoro durante uno o dos minutos. 

  • Muestra intención comunicativa.

  • Tiene habilidad para imitar.

Comenzar el proceso antes de que esté preparado, puede suponer frustración para la persona con TEA como para la familia, y puede llegar a repercutir en el posterior aprendizaje. Este momento, es recomendable que sea lo más tranquilo posible, reduciendo los niveles de ansiedad, para que el inodoro no se convierta en una experiencia negativa. Te recomendamos que profundices sobre la ansiedad y la inseguridad que se produce de manera habitual en las personas con TEA cuando no consiguen alcanzar los objetivos propuestos o en actividades de la vida diaria..

Cuando muestran una conducta de rechazo hacia el inodoro, se pueden realizar acciones de aproximación, como sentarse sobre este con la ropa puesta, ayudar a tirar de la cadena, realizar los cambios de pañal en el baño, dejar que vean a otros miembros de la familia al ir al baño, realizar juegos simbólicos con muñecos o llevar al baño objetos o juguetes que aporten tranquilidad y que les hagan entender lo que va a pasar. 

Un aspecto que tenemos que tener en cuenta es la posición en el orinal o inodoro, observando que llegue con los pies al suelo. Esto puede aportar mayor estabilidad y disminuir el esfuerzo. Se pueden emplear taburetes, cajas u otros para hacer que los pies estén apoyados correctamente, así como facilitar una postura cómoda que repercuta en una correcta evacuación.

Es muy importante que todas las personas que se encuentren con el niño o niña se sigan las mismas estrategias.

Y en la estrategia de control de esfínteres no deben faltar…

  1. Establecer una rutina: En los niños y niñas con TEA, es importante establecer unas rutinas para facilitar la comprensión y anticipación de lo que sucede o va a suceder. Por ello, es recomendable crear una rutina para ir al baño, respetando los horarios y la asociación de esta acción a las actividades de la rutina. Por ejemplo, acudir al baño nada más levantarse. 

  2. Emplear refuerzos positivos: Se trata de ofrecer premios o recompensas después del éxito de la actividad, aportándolos de forma inmediata, y que sean atractivos para la persona, modificándolos si es necesario cuando apreciamos que el refuerzo no es lo suficientemente atrayente. Estos refuerzos pueden ser objetos, comidas, aplausos, abrazos…. podemos usar algo que le guste mucho al niño/a y que sea exclusivo de ese momento para aumentar su motivación por conseguirlo.

  3. Establecer objetivos cortos: Los objetivos deben comenzar por la aproximación a la actividad, como puede ser estar sentado en el orinal con la ropa puesta un minuto, para posteriormente ir aumentando las exigencias. 

  4. Uso de tiempos. Tener prisa no es un buen aliado para trabajar el control de esfínteres. Los tiempos pueden estar marcados por apoyos visuales como un reloj de arena o temporizadores. 

El control de esfínteres en el autismo. - Embedded Image 1

Articulos

Compartir

Articulos relacionados