
El diagnóstico de autismo: ¿estás actualizado/a sobre sus cambios?
La concepción del autismo ha cambiado significativamente a lo largo de los últimos años, gracias en parte al avance que se está produciendo en su investigación.
La última versión de la clasificación internacional de trastornos mentales más importante el DSM – V (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders – 5), de la American Psychiatric Association (APA). Así lo refleja incluyendo el autismo dentro de los trastornos del neurodesarrollo, dejando a un lado la antigua conceptualización de Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD).
Los trastornos del neurodesarrollo tienen su origen en el periodo de gestación y se caracterizan por deficiencias en el desarrollo que producen limitaciones en áreas específicas o globales a nivel personal, social, afectivo, académico, laboral, etc….
El autismo pasó así a denominarse Trastorno del Espectro Autista (TEA), reconociendo una sintomatología común a todos los individuos en un amplio abanico de fenotipos. Desaparecieron los diferentes subtipos denominados: Síndrome de Rett, Síndrome de Asperger, Trastorno desintegrativo de la infancia y Trastorno generalizado del desarrollo no especificado. En la nueva clasificación, se considera que las características fundamentales del autismo son desarrollo en la interacción social y de la comunicación claramente alterado, y repertorio muy restringido de actividades e intereses.
En 2019, Autismo Europa actualizó uno de los documentos que toda familia y profesional no especializado deberían leer cuando una persona cercana es diagnosticada con TEA. En el Documento Personas con Trastorno del Autismo. Identificación, intervención comprensión. se reflexiona acerca de las causas y mecanismos que desencadenan el autismo (los factores genéticos / ambientales y epigenéticos que subyacen al autismo), el diagnóstico y los síntomas nucleares en la comunicación, en el ámbito social, en los intereses repetitivos y estereotipados y en la hiper o hiporeactividad a losestímulos sensoriales o intereses inusuales en los aspectos sensoriales del entorno.

Criterios diagnósticos del TEA (Trastorno del Espectro Autista) según el DSM – 5 (APA, 2013)
Según el DMS-V, en un diagnóstico de TEA, deben cumplirse los criterios A, B, C y D. Vamos a ir viéndolos detenidamente.
A.- Deficiencias persistentes en la comunicación y en la interacción social en diversos contextos, no atribuibles a un retraso generalizado del desarrollo, manifestando simultáneamente los 3 siguientes:
A.1 Deficiencias en la reciprocidad socioemocional, como por ejemplo son: acercamiento social anormal, fracaso en la conversación normal en ambos sentidos, disminución en intereses, emociones o afectos compartidos o fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
A.2 Deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social, por ejemplo: comunicación verbal y no verbal poco integrada, anormalidad en el contacto visual y del lenguaje corporal, deficiencias en la comprensión y el uso de gestos, falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
A.3 Déficits en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de relaciones adecuadas al nivel de desarrollo; por ejemplo: dificultad para ajustar el comportamiento a diversos contextos sociales, dificultades para compartir el juego imaginativo o para hacer amigos, o ausencia de interés por las otras personas.
B.- Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades que se manifiestan en dos o más de los siguientes puntos, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos, pero no exhaustivos):
B.1 Movimientos, uso de objetos o habla estereotipada o repetitiva; por ejemplo: estereotipias motrices simples, alineación de juguetes, cambio de lugar de los objetos, ecolalia o frases idiosincráticas.
B.2 Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad a rutinas, o patrones ritualizados de comportamiento verbal y no verbal; por ejemplo: elevada angustia ante pequeños cambios, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales de saludo o necesidad de seguir siempre la misma ruta o de comer los mismos alimentos cada día.
B.3Intereses muy restrictivos y fijos que son anormales en cuanto a su intensidad y focos de interés se refiere; por ejemplo: fuerte vínculo o elevada preocupación hacia objetos inusuales y también intereses excesivamente circunscritos y perseverantes.
B.4 Híper o hiporreactividad a los estímulos sensoriales o interés inusual por los aspectos sensoriales del entorno; por ejemplo: aparente indiferencia al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos y texturas específicas, oler o tocar excesivamente objetos o fascinación visual con luces o movimientos.
C. Los síntomas tienen que manifestarse en el periodo de desarrollo temprano. No obstante, pueden no revelarse totalmente hasta que las demandas sociales sobrepasen sus limitadas capacidades. Estos síntomas pueden encontrarse enmascarados por estrategias aprendidas en fases posteriores de la vida.
D. Los síntomas causan deterioro clínico significativo en el área social, académico, laboral o en otras importantes para el funcionamiento cotidiano.

¿Quién realiza el diagnóstico de TEA?

El proceso de diagnóstico es por lo general algo que preocupa a los padres y familiares de las personas con TEA y ante lo que se encuentran perdidos ya que es difícil de abordar. En principio, debería ser el pediatra de familia quien plantee de manera inicial la probabilidad de hacer una evaluación diagnóstica de TEA, ante sospechas que o bien, traslade la familia, o bien detecte en consulta motivadas con que el desarrollo del niño/a no esté cumpliendo los parámetros esperados para su edad cronológica.
El CDC (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU) sugiere los siguientes profesionales como los especialistas capacitados para llevar adelante una evaluación de desarrollo:
Pediatra del Desarrollo.
Neurólogo Pediatra.
Psicólogo Infantil.
Psiquiatra infanto-juvenil.